sábado, 29 de septiembre de 2012

CAMINOS DE HERRADURA EN EL BAJO ARAGÓN: SU HUELLA EN EL PAISAJE

En áreas tradicionalmente mal comunicadas, como el Bajo Aragón y la provincia de Teruel, los desplazamientos y viajes a pie o en caballerías fueron absolutamente habituales hasta los inicios del siglo XX. Los caminos de herradura predominaron en los siglos pasados sobre los caminos carreteros, especialmente en zonas de orografía complicada. A pesar de que las huellas de estas antiguas sendas son menos evidentes que las dejadas por el paso de carruajes, todavía se conservan sobre el terreno algunos claros indicios de su trazado.
 
Surco dejado por el paso de caballerías en el camino viejo de Cretas a Arens de Lledó (Teruel)

Algunas noticias sobre las antiguas comunicaciones en el Bajo Aragón
No hace tanto tiempo, menos de un siglo, el medio de transporte habitual en el Bajo Aragón seguía siendo prácticamente el mismo que el de época romana. El prehistoriador catalán Pere Bosch Gimpera en un artículo lleno de ironía publicado en México poco años antes de su muerte cuenta que el viaje de Barcelona a Calaceite (Teruel) en 1914 era “com fer una expedició a un país exòtic”. Aunque el transporte de Barcelona hasta Tortosa ya se realizaba entonces en tren, a partir de esta localidad hasta Calaceite (unos 60 kms) el viaje se hacía en carro o tartana en unas 10 horas, con al menos dos transbordos intermedios. El propio Bosch Gimpera comenta que este tipo de transporte era tan habitual en esa época que hasta el mismo presidente de la entonces Mancomunitat de Catalunya, Josep Puig i Caldalfach, prometía en  la Asamblea: “Volem que el carro arribi a tots els pobles de Catalunya” (Bosch-Gimpera 1969, 151).

Bella fotografía de la Plaza del mercado de Alcañiz  con caballerías y carros realizada por el arqueógo Juan Cabré hacia 1910. Fototeca del Patrimonio Histórico. Cabré- 5195

Si esto ocurría a principios del siglo XX es evidente que en épocas anteriores las vías de comunicación en las zonas rurales de interior eran todavía más deficientes. El sacerdote alcañizano Nicolás Sancho se quejaba en 1881 de que la provincia de Teruel era la más atrasada de España en materia de caminos ya que hasta mediados de ese siglo no existía ninguna carretera general de primer orden en toda la provincia y apenas 12 kilómetros de carreteras de segundo orden (Sancho 1881, 15). Este mismo desolador panorama queda de manifiesto en el diccionario de Pascual Mádoz editado en 1845 cuando se menciona que “por la parte oriental y occidental de la ciudad (de Alcañiz) se encuentran  caminos carreteros en malo o mediano estado: los demás que se hallan en el término son comunales y la mayor parte de herradura” (Madoz 1845, 416).

"Croquis que manifiesta la posición de la Ciudad de Alcañiz" de 1821 en el que se sitúan caminos y senderos de acceso a la ciudad. Centro Geográfico del Ejército.

A pesar del mal estado de los caminos en el Bajo Aragón se seguían realizando cotidianamente transportes de mercancías y desplazamientos y viajes siguiendo itinerarios y tiempos algunos de los cuales están perfectamente documentados. Así, en 1868, el viaje desde la localidad turolense de Beceite hasta Vitoria (unos 400 kms) para el transporte, mediante caballerías, de hojas de cartulina para la elaboración de naipes en la fábrica de  Heraclio Fournier se realizaba en 17 días (Lozano 1999, 124), lo que significa una media de unos 24 kms diarios.


Estampa típica de un pueblo bajoaragonés en pleno siglo XX con caballerías transportando gavillas de cereal.

En los interesantes diarios del botánico bajoaragonés José Pardo Sastrón  (1822 - 1909) se ofrece una valiosa y detallada información sobre el estado de las comunicaciones y los transportes en el Bajo Aragón durante el siglo XIX. Por ejemplo, el viaje en 1849 de los quintos de Valdealgorfa y sus familiares a la ciudad de Teruel (unos 170 kilómetros) se realizaba tras tres días y medio de largas caminatas de hasta 13 horas diarias con pernoctaciones en posadas o casas particulares de Alcorisa, Palomar y Alfambra. En ese mismo año el viaje de Alcañiz a Zaragoza (unos 100 kilómetros) podía realizarse en tan solo 17 horas utilizando un “galerín” o carruaje de caballos que salía de Alcañiz a las 2 de la mañana y, tras dos paradas para comer y cambiar el tiro caballerías en Samper de Calanda y Quinto de Ebro, llegaba a Zaragoza a las 7 de la tarde. El viaje de Valdealgorfa a Barcelona (unos 220 kilómetros) podía realizarse en tres o cuatro días gracias a la diligencia que partía diariamente de Reus hasta donde había que llegar forzosamente a pie tras caminar más de 100 kilómetros (De Jaime 2006, 316).

"El invierno" de Goya (1786) representa las duras condiciones de los caminos de herradura. Museo del Prado.


En 1593 el viaje en carruajes desde Zaragoza a Alcañiz (unos 100 kms) por parte de un pequeño grupo de religiosas dominicas para fundar un nuevo convento en esta última ciudad se realizó en tres días haciendo noche en las localidades de Fuentes y de Híjar (Zapater 1704, 506), es decir, cada 33 kms aproximadamente. Sin embargo, 65 años antes, en 1528, el mismísimo rey Carlos V y su séquito se desplazaron en una sola jornada desde Morella hasta Alcañiz recorriendo unos 80 kms, siguiendo el antiguo camino del río Bergantes por Calanda (Taboada 1898, 172).


El emperador Carlos V recorrió en 1526 en una sola jornada el camino entre Morella y Alcañiz. Tiziano, "Carlos V a caballo en Mühlberg". Museo del Prado

En líneas generales, se constata que lo habitual en los desplazamientos y el transporte por tierra en los últimos siglos se realizaba a pie o a lomo de caballerías mediante jornadas de unas 8 horas (aunque dependiendo mucho de la topografía del terreno y de la época del año) en las que podían recorrerse distancias de entre 25 y 35 kilómetros diarios aproximadamente.
Detalle de un plano de las inmediaciones de Alcañiz de 1811 con indicación de senderos y caminos. Centro Geográfico del Ejército.


Los caminos de herradura del Bajo Aragón y su huella sobre el terreno
Los caminos de herradura, denominados sendas o senderos en planos antiguos, fueron habituales y predominantes en el Bajo Aragón hasta bien entrado el siglo XX. La denominación “de herradura” para estos caminos viene dada por su asociación con el paso de équidos (mulas, burros, asnos, yeguas, caballos..) siendo apto para el uso de estos animales pero no para el de vehículos o carros. El trazado de los caminos de herradura solía ser el más corto y directo entre dos poblaciones o lugares pudiendo discurrir por zonas de complicada orografía y fuertes pendientes así como cruzar ríos y arroyos mediante pequeños vados. Su mantenimiento era mínimo y su buen estado dependía sobre todo de la frecuencia de su uso.

Camino de herradura con surcos no paralelos en las inmediaciones de Alloza (Teruel)

En el Bajo Aragón, a pesar de la constante y creciente transformación del paisaje y del medio natural, es posible detectar huellas de antiguos caminos de herradura (del mismo modo que los carreteros) sobre los abundantes afloramientos rocosos de arenisca, también denominados en geología como “paleocanales”.


Otra vista del  camino de herradura de las inmediaciones de Alloza con surcos no paralelos (Teruel)

Así, en las inmediaciones de muchas localidades de esta zona se observan sobre los lechos de arenisca unos curiosos desgastes en la roca, a modo de una única rodada (o más de una, pero nunca paralelas) que parecen haberse producido por el constante paso de caballerías. En efecto, el modo de andar de estos cuadrúpedos se realiza poniendo una pata delante de otra siguiendo casi siempre un mismo itinerario en su camino, de manera que, con el constante paso de pezuñas y herraduras, acaban desgastando la roca y creando un único surco con una anchura que no suele sobrepasar los 30 cms. y una profundidad habitualmente inferior a 20 cms.

Camino de herradura en las inmediaciones de Cretas (Teruel) con un solo surco

Presentamos documentación gráfica sobre algunos ejemplos claros de este tipo de surcos pertenecientes a antiguos caminos de herradura conservados en los términos municipales de Cretas, La Fresneda y Alloza, entre otros. Posiblemente una observación detallada del terreno, y especialmente de la superficie de las zonas rocosas, permitirá ampliar muy pronto la nómina de este tipo de huellas de antiguos caminos que parecen haber pasado desapercibidas para la investigación arqueológica o etnográfica.


Camino de herradura con profundos surcos en las inmediaciones de La Fresneda (Teruel)



BIBLIOGRAFIA
Bosch-Gimpera, P. 1969: “Excavacions arqueologiques al Baix Aragó”, Xaloc nº 32, México, 150-155.
De Jaime, J. Mª. 2006: Los “diarios” de José Pardo Satrón (1848-1909), Torrecilla de Alcañiz.
Lozano, J.C. 1999: “Las fábricas de papel de Beceite (Teruel)”, Artigrama nº 14, 109-133.
Madoz, P., 1845: Diccionario  Geográfico – Estadístico – Histórico de España y sus posesiones de ultramar. Tomo I. Madrid.
Sancho, N. 1881: Una ojeada retrospectiva y de actualidad sobre las carreteras y vías férreas del Bajo Aragón. Barcelona
Taboada, E.J., 1898: Mesa Revuelta. Apuntes de Alcañiz. Alcañiz.
Zapater, P.J., 1704: La Thesorera rescatada y vengada de las injurias del tiempo. Manuscrito inédito, copia mecanografiada en la Biblioteca de Alcañiz.


martes, 18 de septiembre de 2012

UN DOCUMENTO EXCEPCIONAL: EL PLANO DE LA CIUDAD DE ALCAÑIZ Y SUS INMEDIACIONES EN 1846

El ingeniero militar zaragozano Manuel Vilademunt realizó en julio de 1846 un plano de Alcañiz y sus inmediaciones que constituye un extraordinario documento para la historia reciente de esta ciudad. El plano, hasta ahora inédito, incluye una magnífica vista de la ciudad desde el Este, coloreada con acuarelas, en la que se distinguen numerosas obras de tipo defensivo, militar, religioso o civil, muchas de ellas hace tiempo desaparecidas. La silueta y el horizonte de Alcañiz de mediados del siglo XIX han dejado de ser desconocidos gracias a este excepcional documento.

 
Plano de Alcañiz y sus inmediaciones hasta 1500 varas de distancia.
Manuel Vilademunt, 1846. Centro Geográfico del Ejército de Madrid. 


El documento
El documento tiene como título “Plano de la Ciudad de Alcañiz e inmediaciones hasta 1500 varas de distancia” y se conserva en el Centro Geográfico del Ejército de Madrid (Clave código. Ar. F-T.5-C.5-209). Se trata de un plano manuscrito y coloreado montado sobre tela de 91 x 56,5 cm, orientado con flecha y con relieve representado por sombreado. Incluye escala en pies y dos leyendas con clave numérica (para edificios y construcciones) y alfabética (para montes, vales y caminos).


El documento consta de dos partes: en la superior, y bajo el título general del plano, se representa una detallada vista de la ciudad realizada en acuarela con colores azul, carmín, siena y verde.
  
Excelente acuarela con panorámica de la ciudad de Alcañiz desde el Este.

 En la mitad inferior se representa un plano de la ciudad y sus inmediaciones en un radio aproximado de unos 1.200 metros. Aunque este plano del núcleo urbano de Alcañiz tiene menos detalle que el que ya presentamos en este mismo blog (Benavente 2012, véase la entrada del mes de mayo) aporta, sin embargo, nuevos e interesantes datos sobre todo del entorno inmediato de la ciudad. Así, aparecen reflejados los antiguos caminos carreteros y de herradura, fuertes, torres, ermitas, corrales, puentes y molinos.
 
Detalle del núcleo urbano de Alcañiz en 1846.
 
El plano está firmado por Manuel Vilademunt y presenta la misma fecha que ya el citado plano de la ciudad de Alcañiz: 20 de julio de 1846.


El autor
El autor del plano, Manuel Vilademunt (1818-1887), fue un ingeniero militar zaragozano que realizó diversos e importantes trabajos de topografía militar en Alcañiz.  En Aragón se le conoce sobre todo por ser el autor de una colección de planos del antiguo palacio de la Aljafería de Zaragoza para mejorar sus fortificaciones (Sobradiel, 1993).

Vista de Alcañiz desde el Este
Nos centraremos en esta ocasión en la excelente acuarela que representa la vertiente oriental de la ciudad de Alcañiz en 1846. El punto de vista de la imagen se sitúa, tal como señala el autor en el propio plano con la letra “Q”,  en el cerro de la Fábrica de papel, según la denominación actual. Desde allí, y con una panorámica de prácticamente 180º, aparecen representados desde el Cabezo del Cuervo, a la izquierda, hasta el cerro de Santa Bárbara, a la derecha. En el centro de la imagen destaca el castillo calatravo sobre el cerro de Pui-Pinos.  



La ciudad de Alcañiz en 1846 vista desde la actual Fábrica de papel.
 
Iglesias de Alcañiz a mediados del siglo XIX
Uno de los aspectos más interesantes de la panorámica de Alcañiz  de 1846 es el de la representación de las iglesias de la ciudad, fácilmente distinguibles gracias a las siluetas de sus torres-campanarios que hemos numerado correlativamente en la siguiente ilustración, de izquierda a derecha, para facilitar su identificación.


Ubicación de iglesias y conventos de Alcañiz en 1846.


En una observación atenta de la acuarela podemos distinguir en primer lugar (con el nº 1) la iglesia y convento de San Francisco del que se aprecian los edificios anejos a la misma. El nº 2 sitúa la iglesia y convento del Carmen junto a su claustro que todavía hoy se conserva reutilizado como Palacio de Justicia. El nº 3 debe ser necesariamente la iglesia de San Pedro de la que destaca y sorprende una espadaña y una puerta orientada hacia el Este, en dirección opuesta a la portada románica que se conservó en la Plaza de San Pedro hasta principios del siglo XX (trasladada tras la guerra civil al Cuartelillo). El nº 4, por su situación, debería ser, en nuestra opinión, la iglesia de Santiago de la que no conocemos ninguna otra representación. El nº 5 sitúa probablemente la iglesia de los Escolapios, junto a la plaza de España. El nº 6 no ofrece ninguna duda con el enorme volumen constructivo de la iglesia de Santa María. Por último, el nº 7 debe relacionarse  bien con la iglesia y convento de San Gregorio o de las Dominicas, junto al Molino mayor harinero,  o quizás con la iglesia de Sto Domingo al otro lado del puente.

Detalle de la ilustración con el castillo presidiendo la ciudad y bajo él probablemente la iglesia de San Pedro con espadaña y una puerta orientada al Este (?).

A pesar del detalle de la acuarela habrá que recordar que en esta misma época existían también en Alcañiz las iglesias de San Juan (en el arrabal), de Salinas (en el barrio de Santa María), la ya citada de Sto Domingo o de lo Dominicos y la del convento de los Capuchinos,  junto al antiguo camino de la Ermita de Pueyos.

Detalle de la acuarela con torres de tres iglesias. De izquierda a derecha, iglesia de Santiago (?), iglesia de los Escolapios e iglesia de Sta. María.

Pero para conocer todavía mejor la ciudad de Alcañiz representada en esta excelente ilustración contamos también con una indispensable obra publicada en 1845, es decir, tan solo un año antes de la fecha de realización de esta bella panorámica. Nos referimos al conocido Diccionario  Geográfico – Estadístico - Histórico de España y sus posesiones de Ultramar dirigido por Pascual Madoz. En efecto, en la descripción que en dicha obra se hace de Alcañiz, y en lo que concierne a sus iglesias, se dice: “De las tres iglesias anejas (a la de Sta María), ninguna tiene cosa que llame la atención. La de Santiago está completamente arruinada, y la de S. Pedro, aunque conserva el altar mayor, está desmontada y se llueve por todos lados (Madoz 1845, 413). A continuación se mencionan en dicho Diccionario el resto de iglesias y conventos de la ciudad algunos de ellos abandonados o utilizados como hospitales, cuarteles, teatros, almacenes, etc. tras el largo proceso de Desamortización de los bienes eclesiásticos del Antiguo Régimen.

Fuertes, murallas y estructuras defensivas
Otro de los aspectos interesantes del plano de la ciudad de Alcañiz y sus inmediaciones en 1846 es el de la situación y representación de estructuras de carácter militar y defensivo, la mayor parte de las cuales han desaparecido hace tiempo sin dejar apenas rastro.



Estructuras defensivas en la ciudad de Alcañiz entre la 1ª y la 2ª guerra carlista.


De izquierda a derecha podemos distinguir en la ilustración de abajo las siguientes estructuras: el nº 1 sitúa el denominado “fuerte exterior” con aspecto semi-derruido en el antiguo Monte Calvario situado entre el actual barrio de San Pascual y la carretera de Castellón y Tarragona; el nº 2 señala una pequeña fortificación, a modo de fortín que formaba parte del anterior complejo defensivo, en la cima del pequeño cerro situado justo frente al actual concesionario de Aguiló del que no conocemos ningún resto; el nº 3 señala el trazado de la muralla o muro defensivo con numerosas aspilleras de fusilería que protege y rodea el núcleo urbano de Alcañiz en su vertiente oriental; el nº 4 señala la puerta de San Nicolás, en la actual Subida del Teatro que toma su nombre del anejo hospital de San Nicolás (véase en este mismo blog la entrada de 11 de abril de 2012).



Aspecto del "fuerte exterior" ubicado en el cerro del antiguo Calvario. Desde allí se defendía el acceso de los caminos a Valdealgorfa y Castelserás hasta el portal de San Francisco.
 

El sector norte de  Alcañiz con dos posibles torreones semi arruinados en la actual Ronda de Belchite
 
Por último, con el nº 6 y en la zona de la actual Ronda de Belchite se señalan dos grandes construcciones de aspecto macizo y ruinoso con aspilleras en su parte superior. Debe tratarse con toda probabilidad de dos torreones del antiguo recinto amurallado cuya planta cuadrangular y exenta aparece bien definida en el plano de Alcañiz de este mismo autor (véase en este blog la entrada de 17 de mayo).  

Un plano de una época de entre guerras
Sin duda, hay otros muchos detalles e información que se pueden extraer de esta magnífica ilustración de Alcañiz de 1846 realizada por el ingeniero militar Manuel Vilademunt. La propia elaboración del plano, con la ubicación de estructuras defensivas, caminos y principales edificios indica la necesidad de disponer de una información precisa y detallada sobre la ciudad de Alcañiz que aparece claramente fortificada en un periodo de constantes conflictos bélicos. Los efectos de la primera guerra carlista, finalizada en 1840, todavía debían estar presentes en la ciudad y su población. Sin embargo, muy pronto, tan solo dos años después de realizar este valioso plano, en 1848, el ruido de sables anunciaría el comienzo de la segunda guerra carlista para el que la ciudad de Alcañiz parecía estar de nuevo preparada.

Alcañiz en 2012 desde el mismo punto de vista de la acuarela realizada por Manuel Vilademunt en 1846




BIBLIOGRAFIA
Benavente, J.A. 2012: “Las siete puertas de la villa medieval de Alcañiz”. historiasdelbajoaragon.blogspot.com, 11 de abril de 2012.
Benavente, J.A. 2012: “El plano más antiguo de Alcañiz: un documento inédito de 1846”. historiasdelbajoaragon.blogspot.com, 17 de mayo de 2012.
Madoz, P. 1845: Diccionario geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus posesiones de Ultramar. T.I, Madrid, 412-420.
Sobradiel, P.I. 1993: “Intervenciones del Cuerpo de Ingenieros del Ejército en el Castillo de la Aljafería de Zaragoza durante el siglo XIX”, Artigrama, nº 10, Zaragoza, 121-142.