lunes, 21 de enero de 2013

EL TEMPLO ROMANO DEL CABEZO DE ALCALÁ DE AZAILA Y SU CONJUNTO ESCULTÓRICO

El yacimiento del cabezo de Alcalá de Azaila (Teruel) representa un magnífico ejemplo del proceso de romanización de los pueblos ibéricos. Uno de los edificios que mejor demuestra este proceso de aculturación de la población ibérica es el pequeño templo que, a imitación de los modelos itálicos, contenía en su interior un extraordinario conjunto escultórico de bronce.
 
Reconstrucción teórica del templo romano del cabezo de Alcalá de Azaila. Ilustración F. Riart.


El templo
El templo del Cabezo de Alcalá de Azaila es de pequeño tamaño (apenas 20 m2 de superficie) y se sitúa justo frente a la entrada principal de la acrópolis o zona alta y fortificada de la ciudad.



La calle de acceso principal a la acrópolis de Azaila con aceras y pavimento enlosado y huellas de rodadas de carros tras su excavación. Foto IPHE, Archivo J. Cabré.

Su construcción imita fielmente el modelo mediterráneo de templo in antis (con dos columnas, posiblemente de madera, en su fachada principal).



El templo del Tesoro de Delfos en Grecia, del siglo V a.C., es uno de los primeroos modelos de templo "in antis"

Su interior se distribuía en dos espacios: un vestíbulo, o pronaos, abierto a la calle, y una habitación interior, o cella, en cuyo fondo se construyó un alto pedestal o podio con sillares de arenisca decorados con una moldura. Sobre este pedestal se instaló un grupo de esculturas de bronce del que se han conservado algunos restos. En el interior de la cella, junto al podio, el arqueólogo Juan Cabré encontró un ara o altar de piedra.



El pavimento del templo estaba decorado con un mosaico de opus signinum (con un dibujo de teselas blancas y negras formando rombos y grecas) y las paredes estaban enlucidas y decoradas con pintura mural simulando un aparejo de sillares almohadillados que se ha asociado con el primer estilo pompeyano (Beltrán Lloris 1976, 151) . Es muy probable que este trabajo de decoración pictórica fuera realizado por artesanos venidos desde Italia. Tanto la planta del templo como su decoración son completamente ajenas a la cultura ibérica ya que responden a modelos típicamente romanos.

El templo del Cabezo de Alcalá tras su excavación hacia 1925.
Foto IPHE, Archivo J. Cabré.



Una imagen poco conocida del templodel Cabezo de Alcalá de Azaila con los trabajadores de la excavación.
Foto IPHE, Archivo J. Cabré, 0189. Hacia 1925.
  
Aspecto actual del templo del Cabezo de Alcalá de Azaila


El conjunto escultórico
Cuando Juan Cabré excavó el interior del templo, en la década de los 20 del siglo pasado, fue encontrando de forma dispersa distintos fragmentos de esculturas de bronce de gran calidad: dos cabezas, una masculina y otra femenina, unos pies ubicados en su emplazamiento original, brazos, manos, un ala, fragmentos de vestidos, cascos, cola y arreos de caballo… En lo alto del podio se localizaron las huellas de los apoyos de este conjunto escultórico que estaba fijado con plomo (Cabré 1925, 10).


La sombra del fotógrafo, posiblemente el mismo Juan Cabré, junto al podio del templo de Azaila en el que se conservaban en su emplazamiento original los pies del personaje masculino y la pequeña ara o altar.
Foto IPHE, Archivo J. Cabré, 0072. Hacia 1925.

Los restos encontrados, aunque escasos, parecen ser suficientes para realizar una reconstrucción fiable del conjunto escultórico que tenía un tamaño algo mayor del natural. Los fragmentos recuperados confirman la presencia de un grupo escultórico ecuestre formado por tres figuras: un personaje masculino vestido al modo romano con coraza, toga y un tipo de calzado utilizado por los altos oficiales del ejército romano (el denominado calceus senatorius); una figura femenina alada (posiblemente una representación de Nike o diosa de la Victoria) y un caballo.



Cabeza masculina hallada en el interior del templo. Foto IPHE, Archivo J. Cabré, 0059
 
 
Cabeza femenina hallada en el templo de Azaila después de su restauración.
Foto Museo Arqueológico Nacional

El conjunto debió representar a un conocido personaje (posiblemente un joven caudillo local) que coge las riendas de un caballo mientras es coronado por una diosa femenina. La posición del caballo y del personaje masculino no ofrecen dudas por las huellas o improntas que se conservaron en la parte del superior del podio aunque no ocurre lo mismo con la figura femenina que pudo estar apoyada o sujeta de un modo del que no ha quedado constancia segura.


Algunos de los fragmentos del grupo escultórico de Azaila conservados en el Museo Arqueolológico Nacional.

Todo el conjunto se ha interpretado como la representación heroizada de un destacado personaje local (también relacionable con el heros mítico, fundador de la ciudad o los linajes) del que se evocarían sus triunfos militares siguiendo el modelo romano (Beltrán Lloris 1996, 161). Esta interpretación se ha asociado con una especial forma de clientela militar habitual en las tribus prerromanas llamada devotio o culto al jefe.


Reconstrucción teórica del conjunto escultórico. Ilustración F. Riart



El culto al Jefe entre los iberos
El culto al jefe o devotio se basaba en la relación personal libremente contraída de fidelidad y servicios recíprocos entre una persona y un líder o jefe y solía darse especialmente en situaciones de guerra. De este modo, los guerreros consagraban su vida y se comprometían a luchar hasta la muerte para salvar a su caudillo o incluso a suicidarse para morir junto a él, en el caso de que éste hubiera fallecido en la guerra.


"Muerte de Viriato". Pintura de José Madrazo, 1814.


Los devoti conseguían, a cambio, un mayor estatus social y un compromiso de mantenimiento y protección por parte de su patrono. Este tipo de vínculos sagrados fueron habituales en diversos pueblos galos, germánicos y de la península ibérica y fueron aprovechados posteriormente tanto por los cartagineses como por los romanos en su propio beneficio, al utilizar a íberos y celtíberos (por su incondicional entrega) como guardia personal de sus generales.

Algunos historiadores latinos hicieron mención de estos vínculos sagrados en los antiguos pueblos de Hispania:

“Siendo costumbre entre los hispanos que los que hacían formación aparte con el jefe, perecieran con él si venía a morir, a lo que aquellos bárbaros llaman consagración; al lado de los demás jefes solo se ponían algunos de sus asistentes y amigos, pero a Sertorio le seguían muchos miles de hombres, resueltos a hacer esta especie de consagración.” (Plutarco, Sertorio, 14).


BIBLIOGRAFIA

Beltrán Lloris, M. 1976: Arqueología e historia de las ciudades antiguas del Cabezo de Alcalá de Azaila (Teruel). Monografía Arqueológicas XIX, Zaragoza.
Beltrán Lloris, M. 1998: Los iberos en Aragón. Col. Pano y Ruta, 11. Cai. Zaragoza.
Cabré, J. 1925: Los bronces de Azaila, Archivo Español de Arte y Arqueología, III. Madrid.
Cabré, J. 1940: La acrópolis de Azaila, Teruel. Archivo Español de Arqueología, 14. Madrid.

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